Para el Número 17 de esta revista, publicada en 2016 y que llevaba por nombre Agua, Granta en Español le hizo las siguientes preguntas a la más reciente ganadora del Premio FIL de literatura en Lenguas Romances, la poeta Ida Vitale. Las reproducimos a continuación.

 

¿Cuál fue su primera vivencia significativa relacionada con el agua?

Del escándalo o beatitud, sumergida en ella por primera vez –no tengo memoria. Más tarde, la tengo mala de otras inmersiones: Si es largo a la orilla del Río de la Plata –marítimo para mí en todas sus manifestaciones, color, olor, salinidad, tormentas, lobos marinos, pese a ser estuario– sin duda distraída, me vi ante una ola cuya altura me doblaba. Me arrastró revolcándome pero luego tuvo a bien devolverme, aturdida y golpeada, a la arena. Otra vez, en la playa próxima a casa, ancha y acogedora de niños, me adentré confiada hasta dar con un pozo donde desaparecí. Dos amigas me rescataron.

Sin confianza, nunca aprendí a nadar.

¿Qué experiencia estética o trascendental ha tenido con el agua en cualquiera de sus manifestaciones?

En Perugia, ver depositarse sobre unos puños de terciopelo negro, como bellísimos diamantes, mis primeros cristalitos de nieve, como en las fotos de algún libro de texto. O ver luego a varios delfines jugando en el agua, como si guiaran el barco en que yo iba. Y siempre el sonido de sus apariciones: agua, aigua, aqua, eau, water, wasser, woda, lluvia, pioggia, pluie, regen, rain, deszczu y tantas que no sé.

¿Qué estado del agua prefiere?

En gotas de lluvia que corren juguetonas por un cable, antes de caer; en espuma, gorgoteando entre piedras, libre, eterna. Intuida en el croar de las ranas felices. Salvo en el chaparrón necesario, que miro con delicia desde una ventana, siempre la quiero conscientemente ahorrada. Y me desconsuela a cualquier hora el gotear indetenible de un grifo que no cierra.

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Imagen de portada vía.