Traducción de José Manuel Baptista Cuando Church subió la calle después de la cena, traía consigo uno de los costales de avena de su padre, lo suficientemente grande para llevar un barril repleto de nueces. Yo tenía un costal de harina de veinte kilos, y lo esperaba en la esquina. […]
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VOCES DEL DESIERTO
Scherezade no teme a la muerte. No cree que el poder del mundo, representado por el Califa, a quien su padre sirve, decrete mediante la muerte el exterminio de su imaginación.
NO PUEDE ENSEÑARSE A ESCRIBIR (PARTE III)
En primer lugar, no existía la planificación familiar. El riesgo era siempre altísimo. Para nosotras, los condones eran cosa de prostitutas y marineros. O de soldados. Y por eso existía un miedo atroz. El miedo al embarazo era muy real. El aborto quedaba descartado, era algo que ni se planteaba. Y te expulsaban de la sociedad, de la sociedad que conocías. Vivíamos instaladas en el miedo.
POLLOS Y HUEVOS
«¡Qué cabeza de chorlito, qué muchacha tan atolondrada!», decía de mí mi madre a un invitado, a un policía de visita, a un vecino que acudía a casa por algún problema en la granja. «¡Pero qué alocada es!» ¿Acaso creía en el mal de ojo? No. Y cuando los chinos, según nos cuentan, dicen de los suyos «Ésta es mi despreciable esposa», «Éste es el inútil de mi hijo», ¿conjuran de ese modo el mal de ojo?
NO PUEDE ENSEÑARSE A ESCRIBIR (PARTE II)
Usted ha publicado parte de su diario. Yo también escribo un diario, pero nunca ha visto la luz del día. A mí me cuesta imaginar que una parte de mi diario pueda ser publicada. ¿Cómo se siente usted al respecto?
1975
Al principio eran dos. Me miraban tan campantes, como si tal cosa. Eran apuestos y, como una pareja de actores, se mantenían totalmente alerta. Recuerdo que iban vestidos de blanco y negro –aunque igual me equivoco en algún detalle–, uno con un chaleco y el otro con una camisa de abuelo.