Etiqueta: Relato

Olingiris

Olingiris

1. Alcanzaba para seis. Una quedó afuera, en la sala de espera. Dio vueltas por el hall. Tardó en asumir que tendría que aguantarse las ganas hasta el día siguiente, o el siguiente, o hasta que volvieran a llamarla. No era la primera vez que le pasaba. Las que entraron […]

Carne de ballena

Carne de ballena

La ballena apareció llegada de ninguna parte. Simplemente una mañana estaba allí, negra, gigantesca, flotando en el puerto, en las mismas aguas oscuras donde la noche antes solo brillaban las manchas tornasoladas del gasóleo. Más y más atascada con cada reflujo de la marea, su cuerpo inmenso rozándose con un […]

Polo el acordeonista

Polo el acordeonista

Creo que nunca he escrito sobre Polo, el acordeonista de San Frichosu, una de esas personas que, de haber venido con algún propósito a este mundo, vino con el de traer algo de alegría a esta vida para unos y para otros tantas veces atragantada. Hijo de gaitero, que seguramente sería hijo de gaitero a su vez, cambió en la década de los 40 la gaita de su padre por el acordeón, que eso también se vio en Irlanda, y aún en las romerías de mi niñez, que eran muchas, se le veía tocar en un rincón, risueño y sarcástico, un pasodoble.

El hacha del diablo

El hacha del diablo

Hace años, gracias a una beca universitaria, me entretuve lo mío por los pueblos de Asturias buscando cuentos, leyendas, romances y signos de que en esta parte del mundo alentaba, aunque fuese en germen, eso que llaman, y a punto está de desaparecer, la Europa de los caminos. Dirigidos por […]

CONCENTRACIÓN

CONCENTRACIÓN

Damião decidió viajar a Buenos Aires cuando se dio cuenta de que la siguiente crisis de melancolía sería aún más fuerte. Al principio sentía una presión muy intensa en la parte inferior de la nuca y cierta dificultad para respirar. Después la presión empezó a extenderse por la zona lateral de la cabeza, llegando a alcanzar la mandíbula en las últimas ocasiones. Cuando empezase a sentir aquella maldita presión en la barbilla difícilmente conseguiría llevar una vida normal.

WHITE SANDS

WHITE SANDS

Íbamos mi mujer y yo en coche por la Highway 54, con rumbo sur, desde Alamogordo hasta El Paso. Habíamos pasado la tarde en White Sands, y tenía yo aún el cerebro abrasado de tanto resplandor. Me preocupaba incluso el haberme producido algún daño irreparable en la vista. La arena está sobre todo compuesta de yeso, y tiene la misma brillantez de la nieve recién caída. En realidad es aún más brillante. Es bastante difícil de creer que haya nada tan brillante.